En el momento de realizar esta entrevista, Jordi Clos se encuentra en las oficinas centrales de Derby Hotels, justo encima del Museo Egipcio de Barcelona, una entidad que el mismo ayudó a crear y que hoy le proporciona algunos de los mejores momentos de su trayectoria “sentir la algarabía de los niños cuando acuden a visitar el Museo Egipcio -80.000 niños al año- me provoca una satisfacción difícil de expresar”. Presidente de Derby Hotels, la lista de responsabilidades y méritos de Jordi Clos es interminable. No sólo ha cambiado la historia a través de su Fundación con uno de sus descubrimientos arqueológicos, sino que ha hecho de los 19 hoteles que componen el grupo, un concepto irrepetible y reconocido en todo el mundo.
RyH.- Egipto... No tiene mucho misteri ya para usted
J.C.- Mis viajes a Egipto son ya incontables. La arqueología me encanta desde que a los 15 ó 16 años comenzó a despertarse en mi esta afición. ¡Entonces ni siquera existía aquí! Tenía que ir al British o al Louvre para poder ver obras, conocerlas, empaparme... La arqueología me encanta pero también me gusta mucho todos los estudios de las etnias: la etnografía es una de mis pasiones; conseguir visitar lugares aún vírgenes, descubrir aspectos inéditos de otras culturas y civilizaciones.
RyH.-Y así surge la inspiración que han hecho de los hoteles Derby famosos en todo el mundo
J.C.- Sí, como una forma de especializarnos dentro del lujo, pero con un tipo de lujo muy especial, contemporáneo, donde el arte se respira.
RyH.- Arte y hoteles, explicame esa simbiosis
J.C.- Tengo una capacidad especial para ver el resultado de las cosas y cuando veo algo ya se si va a cuadrar o encajar. Esto me pasa con los hoteles, los diseño sin atender a cánones más que mi propio gusto y mientas va cobrando forma, voy viendo cómo quedarán los espacios, las obras de arte que son idóneas... No es sólo arte en establecimientos hoteleros, sino que también hay que unirlo a tu equipo, al entorno. Y es curioso porque al arte habla y no lo oímos.
RyH.- Y qué dice...
J.C.- A cada ubicación una cosa especial. Te pongo un ejemplo, el Hotel Urban es el hotel estrella de Madrid, el que está más de moda y cuenta con mucho ambiente. Pues el arte que hay allí es el de Papua Nueva Guinea. Y puedes ver las piezas en ese entorno y entiendes que no encajarían otras que no fueran esas. En ese momento te planteas si nace primero la colección o el hotel. En este caso en concreto nacieron muy en paralelo: compramos la colección de arte a un gran empresario catalan y la tuvimos dos años almacenada, esperando que llegara el momento de exponerla. Hoy está clarísimo que en el Urban, con todos esos tótenes de dos metros, queda perfecto y que esa colección no podría estar en ningún otro lugar.
RyH.- Indudablemente, arqueología y hoteles son inseparables para entender el concepto de Derby.
J.C.- Es un concepto irrepetible que dudo mucho que ahora mismo, tal y como está el mercado arqueológico, pueda volver a repetirse.
RyH.- Y precisamente, por ello, ¿No será fácil reunir una colección de estas dimensiones?
J.C.- Hay de todo. Mis medios son complicados pero más fáciles que, por ejemplo, cuando Albert Font reunió, entre los años ‘20 y los ‘50, su colección de arte de Papua Nueva Guinea. Algunas expediciones, como traer las puertas del Palacio de Rajasthan, desde el Sur de India, han sido muy complejas en su logística. Muchas piezas las encontraba también en subastas en Inglaterra; cuando los señores, propietarios de castillos, morían. Hemos ido comprando los muebles a medida que hacíamos el hotel.
RyH.- ¿Hay parámetros a la hora de escoger sus hoteles?
J.C.- Este es un proceso que llevo yo directamente. Escogemos el edificio, la ubicación y lo que vamos a hacer dentro y comienzo a diseñar... Yo diseño un hotel a mi estilo, huyendo de modas del momento. Quiero que mis hoteles sean imperecederos
RyH.- Que sus hoteles sean propios, les dará mucha libertad para sus operaciones
J.C.- Sí, nosotros crecemos a medida que podemos ir haciendo nuestros edificios. No tenemos un plan de crecimiento: somos una empresa familiar, no tenemos compromisos bancarios, no tenemos hipotecas, no tenemos ninguna obligación de estar en Bolsa...
RyH.- Dígame un ejemplo
J.C.- Pues mira el hotel que estamos empezando a trabajar ahora es el Hotel Arai, es un edificio cuyo susbsuelo es de época romana y de ahí llega hasta el siglo XVIII. Pues este edificio lo compramos hace cinco años y ha estado todo este tiempo parado porque teníamos que adecuarlo, sacar los restos... Claro, todo esto para un hotelero tradicional es imposible, dejar un hotel en ‘stand by’. ¿Eso es bueno o es malo? cada uno decide lo que le va vien.
RyH.- Esto garantiza la singularidad del edificio y cómo no tienen prisa...
J.C.- Exacto. Es lo que nos ha sucedido con nuestro actual hotel en Paris, el Banke. Estuvimos seis años detrás del edificio, un edificio de 1890, ubicado al lado de la Ópera de París, construído por Eiffel y que fue sede del Banco Nacional Suizo francés... Espectacular en su diseño interior, totalmente auténtico; el efecto es que cuando entras en él te sobrecoges... Eso sí, hemos tardado mucho en conseguirlo pero no tenemos prisa...
RyH.- Y a equivocarse ¿no ha tenido miedo?
J.C.- Bueno, ahora ya es difícil equivocarse. Tienes un ‘feed-back’ de tus clientes, una experinecia detrás que te avala. Claro que hemos pasado crisis, como la del 92, la actual, pero nuestro problema, debido a esta libertad financiera de la que gozamos, es que nos toca ganar menos.
RyH.- Con las características de sus hoteles casi que podríamos decir que se dirigen a un mismo tipo de cliente
J.C.- Cuando hacemos un hotel ya pensamos mucho en el segmento de clientes que acudirá a él. Cuando hicimos el Hotel Granados, que es un hotel ‘disegn’ tuvimos claro que los que irían serían artistas, modelos, diseñadores, directores de cine, un tipo de público determinado... En Hotel Clarís es el mismo perfil pero diferente; el Bagés será para un público muy sofisticado, norteamericanos especialmente, que quieran estar en el mejor sitio de Barcelona, en plena Ramblas.
RyH.- ¿Cómo se puede abarcar tantos aspectos y acertar?
J.C.- Sabes qué pasa, que a mi me encanta mi profesión...
RyH.- ¿Cuál de ellas?
J.C.- -Ríe- Toda ella -exclama- Soy afortunado. Compagino el arte con mi trabajo. No entiendo una cosa sin la otra. Todo tiene mucho que ver en lo que hago. Lo cierto es que de todo este conjunto de trabajo como mecenas, arqueólogo, empreario, hotelero sale un ‘dry martini’ perfecto. ¡Disfruto mucho con todo ello!
RyH.- Y seguro que queda algo por hacer
J.C.- Ahora vamos a seguir creciendo en Europa no en España. Tras dar el salto a Paris y Londres, el siguiente paso es Berlín, donde ya estamos trabajando en un edificio espectácular. A mi hijo Joaquím le dejo todo eso, la parte internacional.
RyH.- ¿Qué no puede faltar en un hotel?
J.C.- La amabilidad y la simpatía. Es lo más importante, el factor humano. El equipo es lo que más vale y lo hemos conseguido ¡incluso en Paris! dónde nos ha costado bastante.