El XIX Bar es un local de culto; una coctelería archiconocida en la ciudad condal, que tiene en su haber ser la primera coctelería especializada en gintónics de Barcelona. Hasta aquí la presentación oficial...
Quién, en sus once años de vida, no ha cruzado alguna vez su sugestiva entrada para perderse en un ambiente informal con los mejores gins y cócteles de la ciudad? El XIX Bar hizo su pequeña revolución al iniciar su andadura: los cócteles no tenían porque ir ligados a la sobriedad, se abrió un camino para que se disfrutara de estos singulares combinados con cercanía; la oferta de ginebras era inaúdita para la Barcelona de entonces -ahora el XixBar orece más de 300- y la forma de tomarla, también, la copa balón. Ahora, su fundador Mike Cruickshank le da un giro para actualizar un concepto que él mismo reinventó al llegar a nuestro país.
El efecto es armónico. Pura transición, entre la atmósfera de antaño, donde se respira ese aire canalla de la Barcelona de siempre enfocado en un estilo muy actual. Esta sensación te envuelve desde el primer instante: espacio, espacio y espacio, es lo que percibes; hasta donde alcanza la vista interminable exposición de los más selectos destilados, esperando pacientemente a obrar el milagro en las manos de un experimentado barman.
El XIX Bar se hace más cercano, más de andar por casa, más vivo aún y vital. “Copas sofisticadas pero sin corbata” apuntan ellos. Te gusta el entorno reinventado, los detalles; la sensación de apertura que imprime un espacio semi curvo que te da la bienvenida y te deja llegar hasta las entrañas del local, a través de una amplia cortina, donde se cuece lo bueno. Música, copas, ambiente y luz. Sí, luz. Aunque su ubicación pueda no parecerlo, para esta nueva cara, Mike se ha fijado en los detalles: jugar con la luz, que sea ténue en el interior; y no solo dentro del local, sino disfrutar de un mini jardín para que la vista se pierda. Colores que se entremezclan suavemente, de manera natural combinado con el juego de espejos. En definitiva, mantener los sentidos motivados, activos, dejar que fluya y que el gin sea no la razón sino el complemento perfecto para acabar el día.
El detalle que nos encanta:
Aire e intimidad. De la mano interiorista Oriol Llach ,del despacho Lbo Interiorismo se “ha confeccionado un proyecto que ha preservado la idiosincrasia del lugar: una coctelería un poco canalla con respeto por la tradición y la memoria y con mucho sentido del humor. Es por ello que el espacio está presidido por una condesa cornuda que nos da la bienvenida a la fiesta y nos invita a entrar al interior, donde nos espera su séquito de curiosos invitados .Un homenaje a las vacas que estuvieron cuando el local era una lechería a finales del siglo XIX”.